Angel Akike,Concejal y referente en la Tercera Sección Electoral por el Frente Transversal Nacional y Popular. |
El domingo 7 de abril en Ringuelet,
fui testigo indignado de la agresión gratuita -que llegó a las trompadas-
contra tres compañeros del Frente Transversal Nacional y Popular, quienes junto
a decenas de personas se encontraban ayudando en la distribución de recursos
donados por el pueblo argentino solidario, a los afectados por la inundación
del 2 de abril.
Frente a la mirada casi cómplice de
un patrullero que amagó intervenir, un grupete de patoteros organizados se
dedicó a fustigar a los que, por portación de edad, podrían pertenecer a La Cámpora.Hasta podría
arriesgarme a identificar sin mucho margen de error el signo político de
pertenencia de estos -¿cómo llamarlos… delincuentes?- personajes pero no quiero
ni darles entidad, ni perderme en la anécdota.
Porque lo que ese breve pero
totalmente fuera de lugar hecho pone sobre la mesa, es el discurso de la
antipolítica que esgrimen los peores analfabetos posibles: los analfabetos
políticos, parafraseando a Bertolt Brecht.
Así en caliente, lo único que se me
ocurre es interpelar, sacudir con palabras a esos iletrados de la vida, a
quienes cobardemente los apoyan en silencio y a los que se suman al parloteo
vacío, que emana de algunos medios de comunicación.
¿Alguien puede decirme si en estos
momentos existe algo más importante que socorrer a quienes perdieron casi todo
o todo? ¿O acompañar a los que sufrieron la peor de las pérdidas que es la de
la vida humana de un ser querido?
Por lo visto y oído, Sí. Hay una
parte de esta sociedad que cree que lo importante está en otro lado. En
cuestionar a aquellos que unidos, solidaria y organizadamente se sumaron a
otras muchas organizaciones civiles y políticas para auxiliar.
Yo pregunto: ¿Dónde está el problema
que jóvenes y no tan jóvenes militantes del campo nacional y popular trabajen
codo a codo para aliviar el profundo pesar de miles de damnificados por las
aguas? ¿Qué es lo que molesta? ¿Qué lleven con orgullo su identidad estampada
en una pechera? ¿Por qué deberían renunciar a ella? ¿A caso se le exige a la Cruz Roja , o a Cáritas
-por nombrar algunas- que nieguen quiénes son? O mejor aún, ¿Alguien puede
decir que esas instituciones no están atravesadas como cualquier otra, por una
ideología y una política concreta? ¿Cuál es el miedo? ¿Qué intenten sobornar
con agua potable a la gente? ¿Qué compren votos aprovechando el padecimiento?
Solo los profundamente ignorantes,
pueden tener tal estrechez de mente.
Solo los que miran por TV, los que
NO están en la calle, pueden insultar, así ligeramente, la inteligencia tanto
de los que están recibiendo la ayuda, como de los que están poniendo el cuerpo,
el tiempo y las ganas de servir a la comunidad ahí donde se necesita.
Sólo los que no entienden que es una
bendición que la política se esté oxigenando con jóvenes; que es una excelente
señal que la política se construya con acciones solidarias como estas, pueden
dedicarse -en medio de una tragedia- a demonizar, desacreditar y adjudicar
intencionalidades inexistentes.
Pero no sorprende. Es más de lo
mismo y son los de siempre. Esos que hurgan desesperados en las acciones
ajenas, con el foco puesto con malicia y entusiasmo sobre los que adherimos al
Proyecto Nacional y Popular que lleva adelante nuestra querida presidenta
Cristina Fernández. Esos que intentan encontrar en la militancia K lo que en
realidad está detrás de sus propias y permanentes acciones: la miseria humana.
Angel Akike, 8 de abril 2013
El peor
analfabeto es el analfabeto político
No oye, no
habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que
el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido,
del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El
analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho
diciendo que odia la política.
No sabe que
de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de
todos los bandidos
que es el
político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y
multinacionales.
Bertolt Brecht
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