Apenas
han pasado dos días y ya se ha dicho y escuchado todo cuanto puede decirse y
escucharse de la desaparición física de un hombre como Hugo Rafael Chávez
Frías:
·
De los que lo amaron y admiraron por su
incansable tarea por devolver a los venezolanos la dignidad y los derechos
pisoteados, por quienes durante décadas los sumieron en la pobreza,
reduciéndolos a la nada misma; y por su visión, acción y obstinado objetivo de
retomar, y concretar el sueño bolivariano de la Patria Grande para
los latinoamericanos; y
·
De sus detractores más feroces, que
veían en él al mismísimo demonio, solo por rechazar sistemáticamente y ante la
mínima sospecha de intromisión, al imperialismo y sus nefastas consecuencias
sobre los pueblos libres y soberanos.
Lo cierto es que el 5 de marzo de 2013
tiene la misma carga de tristeza y dolor que el 27 de octubre de 2010 para
millones de latinoamericanos y, de aquí en más, similar significado histórico
para los que entendemos y vivimos, no ya el sueño, sino el proceso de
cristalización de la
Patria Grande Sudamericana.
De todo cuanto puede señalarse de este
hombre que ya tiene un enorme lugar en la historia (de la escrita por los
pueblos, claro) junto a otros contemporáneos como Néstor, quiero rescatar su
espíritu antiimperialista y la hazaña de haber sido un visionario e iniciado en
solitario la lucha contra el programa genocida del neoliberalismo en su país,
cuando en el resto de los países latinoamericanos recién comenzábamos el camino
sin retorno hacia ese infierno.
Es así como en 1992 Chávez intenta por
primera vez liberar a su pueblo del vendepatria Carlos Andrés Pérez (envuelto
en escándalos de corrupción y padre del Caracazo). Chávez fracasó, pero instaló
un precedente magnífico, y Pérez fue depuesto un año después.
Aquel fue un intento fallido que
remontaría en 1999 ya como presidente, pero tuvo que pasar una década para que comenzaran
a aparecer y sumarse en el escenario regional líderes políticos con la estatura
y coraje suficientes como para juntos gestar el proceso de integración
latinoamericana (Lula y Néstor 2003; Correa, Morales y Bachelet 2006; Fernández
2007; Lugo 2008; Mujica y Correa 2009; Rousseff y Morales 2010; Fernández 2011;
Correa 2013).
Y aquella fue no sólo en los planos
económico, social y cultural, sino fundamentalmente político. Ya no estaba
solo, sino que fue uno de los principales motores de este proyecto de
integración y defensa contra todo tipo de ideología-práctica que intentaran
retrotraer a los países y sus pueblos al dominio y opresión, al coloniaje
interno y externo.
Marcó un rumbo, supo mantener iluminado
el camino, y esperar las condiciones que dieran lugar al surgimiento de otros
grandes, que a pesar de las diferencias nunca faltantes, se unieron junto a sus
pueblos para defender a nuestra Latinoamérica, reposicionarla ante el mundo,
hacerla cada vez más grande, sólida e inclusiva y dar hasta la vida para no
bajar ni un peldaño, por no dar ni un paso atrás.
Por eso les digo a los agoreros
infaltables de aquí y de allá, habrá chavismo sin Chávez, porque los pueblos no
se suicidan, fueron protagonistas de los procesos liberadores, y eso NI SE
OLVIDA, NI SE ABANDONA.
Descansa tranquilo compañero caribeño,
y mis saludos al patagónico. NO HAN MUERTO, SIGUEN VIVOS EN EL CORAZÓN, LA MEMORIA Y EL DESTINO DE
DIGNIDAD, SOBERANÍA Y JUSTICIA QUE YA SE HA ENCARNADO EN NUESTRO QUERIDO PUEBLO.
Angel Akike, 7 de marzo 2013
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